Lugoness

Como todos los días, me levanto temprano. Quizás debiera decir me despierto temprano. Que me despierte temprano es casi sinónimo de que me levante temprano, pero no siempre. Muy pocas veces no ocurre, pero ha ocurrido. Algunos días (muy pocos), me he sentido mal, he estado desganado, enfermo, he dormido muy poco, porque no había logrado pegar ojo durante la noche (que es cuando me da por escribir).

Pero ese día, que podría ser perfectamente hoy día, me desperté temprano y además, casi al mismo tiempo me levanté. En realidad, dada mi edad, sería más veraz si digo que ya me había levantado, mucho más temprano, al baño. Para que vamos a decir a qué, pero me imagino que todos se lo imaginarán. Y como no puedo hacer lo que me dijo un amigo que hacía en esos casos para volver a quedarse dormido, me di unas vueltas, y bastante rato después, me dormí. Pero igual me desperté temprano (y me levanté temprano).

El asunto es que, como todas las mañanas, a diferencia de mucha gente (quizás de la gran mayoría), no me dedico a leer el diario (no estoy suscrito a ninguno y hace años que no compro ninguno, salvo quizás The Clinic, pero muy a lo lejos, sólo cuando no tengo nada a mano que leer, y sé que debo esperar en alguna parte a que me atiendan o algo semejante.

Lo primero que hago es tomar un vaso de leche con vainilla y endulzante y unas tostadas de pan de masa madre integral con quesillo light. Por la dieta. Para evitar algunos desmanes de la bilis.

Luego, como siempre, salvo cuando debo salir temprano, me siento frente al computador. Y veo si me ha llegado algún pedido durante la noche. Es increíble la cantidad de gente que usa el computador hasta altas horas de la madrugada. O el Whatsapp. Me llegan pedidos de libros a las horas más inverosímiles. Y contesto también a las horas más extrañas. Pero nunca dejo el celular en la pieza. Entre las alarmas que se me olvida poner en silencio, los mensajes de wsp de grupos que se me ha olvidado poner en silencio,  correos (tengo 3 ó 4 diferentes), Facebook, las actualizaciones y todo lo demás, sonaría a cada rato. Así que lo dejo en mi escritorio. En realidad en uno de los tres escritorios, porque tengo tres. Uno dentro e la casa y dos en las casas del patio. Claro que ahí no dejo nunca el celular. En la noche trabajo en la casa. A veces, eso sí, se me queda en el auto, pero pocas veces.

Siempre había escuchado nombrar a un escritor argentino (de los muchos que hay), llamado Leopoldo Lugones, así que ese día había decidido investigar sobre él. Y lo que logré averiguar es bastante impresionante. Este hombre nació en Córdoba en 1874 y murió en Buenos Aires en 1938, o sea, vivió casi 64 años. No sólo fue escritor, sino que además fue poeta, historiador, pedagogo, docente, biógrafo, filólogo, teósofo, diplomático, y político. Y uno se pregunta qué es un teósofo. Para eso digamos que la teosofía es un conjunto de enseñanzas y doctrinas difundidas bajo ese nombre por Helena Petrovna Blavatsky a fines del siglo XIX. Esta mujer fue una de las principales impulsoras del esoterismo en el mundo.

Continuando con Lugones, fue el principal exponente del modernismo argentino y su poesía se considera la inauguración en toda la lengua castellana de la poesía moderna. También fue pionero de la ciencia ficción y la literatura fantástica en Argentina. El día de su nacimiento se considera el día del escritor en dicho país.

En 1897, se casó y luego nació su único hijo Leopoldo “Polo” Lugones.En el ámbito político pasó por todas las fases: socialismo, liberalismo, conservadurismo y facismo.  Fue un importante propagandista del golpe militar protagonizado por Uribuuru el  6 de septiembre de 1930, que derrocó de la presidencia de Yrigoyen. Fue contrario al antisemitismo. Se suicidó en 1938 tomando Whisky con cianuro.

Todo lo anterior no tendría nada muy especial, si no fuera porque de su único hijo tuvo dos nietas. Su hijo fue director del Reformatorio de Menores de Olivera, donde fue procesado por corrupción y violación de menores, pero fue absuelto gracias a una gestión del entonces presidente Yrigoyen .

Posterior a eso fue nombrado comisario inspector de policía, a pesar de que prontuario lo calificaba de pederasta y sádico conocido. En su nuevo cargo, implementó en el sótano de la comisaría una sala de torturas. En las sesiones de torturas participaba  activamente y con saña, por lo que fue llamado públicamente el “torturador Lugones”.  Dentro de sus “logros”, se dice que introdujo el uso de la picana eléctrica, quizás antes que en cualquier otro país. Fue un  pionero. También se suicidó.

Para terminar la historia, Susana Lugones, “Piri”, una de las hijas del anterior y nieta del primero de los Lugones, militó en filas de la izquierda, fue considerada subversiva, y posteriormente se transformó en desaparecida. SE presentaba como Piri Lugones, nieta del poeta, hija del torturador. Odiaba a su padre. Se presume que fue torturada con el mismo instrumento que su padre introdujo en las torturas, la picana eléctrica. Se presume que murió el 17 de febrero de 1978.

Fue víctima de su herencia familiar.

Termino de investigar y se pasó la mitad de la mañana. Suena la música (Silvio, Serrat, Congreso, Inti, Evelyn Cornejo, Ser-o duo, otros), en los canales siguen los matinales en su tercera hora de entrevistas a los mismo personajes por los mismos motivos, casi siempre semejantes a los del día anterior y también con las mismas noticias (incluso las mismas entrevistas) que en los otros canales a la misma hora, con intermedio publicitarios a la misma hora con auspiciadores semejantes. Otro día más. Igual pero diferente. O diferente pero igual.

Mañana será otro día. O no. Quién sabe. A lo mejor anuncian que se podrá viajar a Alemania (aunque nada lo hace presumir). O que van a dar un bono sin tener que hacer mil trámites. O que les va a resultar a los que les debiera llegar sin que tengan que levantar un reclamo. O a lo mejor el siguiente funcionario gubernamental que hable no va a decir algo que vaya a ser desmentido, corregido, alterado, por otro de los idems lo antes posible. A lo mejor. Quién sabe.