De accidentes, caminos y personas

Debe haber sido por el año 1993 o 1994. Hacía capacitaciones en los bancos Edwards, O’Higgins y otros en Santiago. Yo vivía en Quilpué. A veces viajaba en auto, otras en bus. Hace poco se había pavimentado el camino Orozco(o La Playa como también se le conoce). Yo lo transitaba hace años. Hubo accidentes terribles en ese camino antes y después de lo que contaré hoy.

Recuerdo que, cuando recién estaba terminada la construcción de mi casa, le pusimos alarma. El dueño de la empresa de alarmas(que para ser sinceros no hizo un buen trabajo, porque dejó una parte sin cablear, en ese momento no me di cuenta y hubo que hacerlo después), me contó que su socio, un par de meses antes, había muerto en un accidente intentando adelantar un bus, viniendo de Santiago hacia Quilpué.

Yo mismo tuve algunos percances, pues cuando la gente no conoce bien el camino se confía y hace tonteras, como adelantar en curvas que parecieran ser muy suaves,  pero no lo son, o hacerlo pensando que la curva se acaba y en realidad vienen dos o tres seguidas.

Como dato curioso, el camino Orozco existe desde tiempos incaicos y se usaba para trasladar el oro que se extraía del Marga-Marga. Se remodeló entre el 2012 y el 2014.

Como se sabe, el camino Orozco parte(o desemboca) en la Ruta 68(que antes se llamaba Camino Real( y que fue inaugurado por Valdivia en 1553, y se hizo camino oficial entre 1792 y 1797).

Retomando la narración, venía manejando desde Santiago, a la hora de la penumbra(empezando a oscurecer), saliendo de las últimas curvas en bajada, es decir cercano ya a la salida hacia Colliguay.

Al doblar la última curva(que es bastante cerrada), veo un bus volcado contra la ladera del  cerro, neumáticos hacia la carretera, ventanas del lado derecho hacia arriba. Si no me equivoco, yo manejaba un Mistubishi Lancer. Lo digo porque es importante en lo que viene.

Por supuesto, me detuve a la berma del camino, para ver si podía ayudar en algo, a pesar de que no se veía a nadie. Al acercarme al bus(después de cruzar la calle, previo mirar hacia ambos lados, a pesar que en esa época el tránsito era escaso por no decir nulo), veo un par de personas saliendo por una ventana. Me entero que el bus acababa de darse vuelta hace unos minutos. Todo el mundo estaba en shock.

En ese tiempo era joven y esbelto(digo yo), así que no me costó nada encaramarme al bus y entrar por una de las ventanas ventana(o estaba rota o la habían abierto completamente, en ese tiempo en los buses se podía abrir la ventana, de hecho, hasta se podía fumar, lo cual provocaba constantes disputas entre los fumadores y este relator). Una vez adentro, ayudé a bajar a los pasajeros. Había uno con un corte en la cabeza, otro con dolor en el hombro, un tercero con un dedo con una falange en posición extraña, una cuarta con dolor en la rodilla producto de un golpe en el asiento de adelante.

Muchos iban durmiendo cuando pasó el volcamiento, así que no tuvieron tiempo de protegerse. Un señor de más edad (debe haber tenido la edad que tengo yo ahora), era el que peor se veía. Se había pegado en la cabeza muy fuerte y se sentía muy mal. Ayudé a sacarlo del bus (que chorreaba bencina al pavimento, el bus, no el hombre, así que era mejor prevenir). Lo dejamos tendido en la calle, lejos del bus.

En esa época, el tráfico por Orozco casi no existía, como ya dije, así que en todo ese rato no pasó ni un auto.

Se intentó llamar a una ambulancia (varios ya teníamos celular), pero no había señal.

El chofer intentaba comunicarse con su empresa para solicitar otro bus para los ilesos.(era un Tur-Bus si no me equivoco). No hubo caso.

Tomé la decisión de ofrecer llevar a los con mayor dolor al hospital de Quilpué y en el camino, cuando hubiera señal, llamar a la ambulancia para que se llevara al hombre con el golpe en la cabeza. No era conveniente moverlo mucho, y en el auto no cabía acostado.

Al auto se subieron los que tenían problema en el hombro, en el dedo, el corte en la cabeza y el golpe en la rodilla. No cabían más. Como siempre andaba con la tienda en el auto, así que tuve que cambiar todo a la maleta trasera.

Apenas llevábamos un par de minutos de viaje, cuando alguno ya tuvo señal, así que se llamó a la ambulancia, los que dijeron que iban para allá. Conversamos durante los 20 o 30 minutos de viaje, y supe la historia de alguno de ellos. Entre ellos, iba una joven (la del dedo). Nos contó que se iba luego a vivir a Japón. En esa época, eso era muy raro.

Llegamos al Hospital de Quilpué. Los dejé en la entrada. Pregunté si la ambulancia había salido, porque en el camino no nos topamos con ninguna. No había salido. Volví a decirles que era urgente que fuera una ambulancia: No me creyeron al parecer.

No se me ocurrió pedirle el celular (o más bien el teléfono fijo) a ninguno de los lesionados.  Creo que no les pregunté ni el nombre. Sólo conversamos porque estaban muy nerviosos.

Al otro día, revisando el diario, vi que no había mención alguna al accidente. Partí al Hospital. Pregunté por los lesionados del día anterior.  Nadie tenía idea. Pregunté a varios funcionarios. Al fin di con una funcionaria  que me dijo que el caballero que había llegado con un golpe en la cabeza el día anterior había muerto en el hospital, porque tenía otras complicaciones. Luego supe,  por casualidad, que la funcionaria se había equivocado, el que había muerto era una persona que se había caído(no del catre), y se había golpeado en la cabeza.

Unas semanas después, viajando en bus desde Quilpué a Santiago, recién saliendo, se me acerca una persona a mi asiento. Me saluda. Lo miro y le digo hola, pero la verdad es que no tenía idea de quién podía ser. Debo aclarar que mi capacidad de reconocimiento de personas con las cuales no he tratado mucho es bastante cercana a cero. Muchas veces me pasa que alguien me saluda y se pone a conversar, y no tengo ni la más pituitaria idea de quién se trate. Debo hacer uso de mi casi infinito ingenio para lograr hacer las preguntas adecuadas para que las respuestas de la otra persona me digan donde lo(a) conocí y quién es, sin que se dé cuenta.

Esa vez me fue fácil, pues de entrada me dijo que era uno de los que había llevado en auto al hospital. Le pregunté por el resto, y resultó que era conocido de varios de ellos (para los que no han hecho del viaje a Santiago una rutina, deben saber que al cabo de unas semanas, los que viajan en ciertos horarios son siempre los mismos, por lo que terminan conociéndose.

Me agradeció nuevamente (ya lo habían hecho todos cuando los dejé en el hospital, pero no lo dije), y me invitó a un asado con los otros pasajeros del auto del día aquel. Incluso estaba invitada la futura viajante a Japón, que  finalmente no había viajado, porque producto del accidente, había acompañado al resto hasta que todos salieron del hospital (ninguno había estado grave, salvo el del hombro que tenía una fractura, pero que ya estaba recuperado), y luego habían ido a comer y a tomar algo (salvo el del hombro) para pasar los nervios. Luego se había seguido viendo con uno de ellos (el que me abordó en el bus) y habían terminado emparejados, así que ella había suspendido su viaje, al menos por el momento.

Después de eso, nos hemos juntado algunas veces. Esto fue hace casi 30 años, así que hemos tenido algunas reuniones (cada dos o tres años). Hace tiempo que no los veo. La última vez, uno de ellos (el de la rodilla) había sido padre por tercera vez. El del hombro al fin había terminado de estudiar (casi junto con su hijo, que ya tenía 23). Y ella había viajado a Japón, pero de visita.

La próxima reunión tendrá que ser el próximo año, porque este año se ve difícil el panorama.

Finalmente, y para terminar el tema de los caminos, el Troncal, que va de Viña a Quilpué, originalmente comenzaba en el nacimiento de la calle Limache (esta calle se llama así porque por ahí se llegaba a Limache). Seguía hasta El Salto por el lado norte de la actual vía férrea, cruzaba el estero en El Olivar, subía hasta llegar a Los Aromos, llegaba hasta el estero de Quilpué, cruzaba por Paso Hondo, subía por el entonces camino que conducía a unos potreros(que hoy  es Carrera), y luego se bifurcaba en calle Portales. Una parte iba por Blanco hacia Marga-Marga y la otra por Freire hacia Belloto.

Más tarde se trazó una nueva vía que eliminó el paso por El Olivar y lo cambió por El Limonar.