Experiencias de un chileno(joven) en USA(hace 40 años)

Your ID please, me dijo el paco gringo(cop), después de hacer sonar la sirena del radiopatrullas gringo, en la calle principal  del Downtown de L.A., California. Le mostré mi pasaporte. Me miró. Where are you from?, me preguntó. From Chile, contesté. Luego me explicó de mala gana, que en USA no se cruza la calle por el medio, con luz roja, aunque no vengan autos. Se debe esperar la luz verde y cruzar por el paso de peatones. Eso hoy parece de lo más lógico aquí en Chile, pero esto sucedió en 1981. Mientras todo eso ocurría, la gente me miraba.

Yo había llegado hace unos días de Chile a vivir 1 mes con mi tío Hugo Bensa, uno de los hermanos de mi madre, que vivía en Torrance, uno de los pueblos que rodean L.A.  El otro hermano Bensa también vivía en L.A., pero más alejado del centro.

Estuve dos semanas trabajando con mi tío. Tenía unos camioncitos en que se vendía helados por las calles del barrio, que era latino. Aprendí a vender, en español e inglés, los productos más solicitados por los clientes: barquillos de helado soft y Root Bier con helado. Me impresionó saber que no era el único adicto a la vainilla. El helado soft que más se vendía no era frutilla ni chocolate como acá, sino el de vainilla. Además de los helados de palito o sándwich helados que eran fenomenales. Muchos de ellos llegaron a Chile después.

El Root bier es una cerveza de raíz muy consumida en USA, y que tiene gusto a mentholatum (al menos eso es lo que recuerdo). Y además, se la comían(tomaban) con helado de vainilla en un vaso gigante. También hice banana splits (exquisitos), sundae (buenos) y otros. Íbamos a comprar helados en palito y la materia prima para los barquillos soft a la distribuidora, una vez a la semana, muy temprano.  Los gringos son muy simples. Si yo tenía ojos claros, era imposible que fuera latino. No me creían. Si les decía que no hablaba mucho inglés pero sí alemán, me decían que era nazi. Como dice Piero en una canción, sólo saben de historia si lo han visto en la Tv o en películas(o  todo lo que saben es porque lo han visto en películas).

Después de varias semanas de trabajar todo el día en el camioncito(truck), y de haber a lo  más ido al Downtown (centro) de L.A. un par de veces a comprar ofertas de ropa (polerones, poleras y demases), decidí que era tiempo de conocer un poco. Las “atracciones” en la zona eran principalmente tres. El zoológico, Disneylandia y Marinelandia. Además había algunos museos(aeronáutica y otros).

Primero fui a Marinelandia, que quedaba muy lejos. Mi tío me dejó en la puerta y quedó de ir a buscarme unas horas después. Vi los delfines(típico) las orcas(impresionantes, me dejaron empapado, estaba en las primeras filas) y el resto de las atracciones en menos tiempo del presupuestado, así que me devolví trotando. Después de un par de kilómetros, me encontré con Hugo(mi tío) que iba a buscarme. En estos viajes de pasajero me fijé que en muchas esquinas no había semáforos ni un disco Pare. Había 4 discos Pare. Todos paraban, pero el primero que llegaba, partía antes, y así. Me imaginaba ese método en Chile. Todos chocando, al tratar de aprovechar que el otro frenó.

La segunda visita fue al Zoológico. Me dejaron en la puerta. Impresionante. Leones casi en libertad, igual que otros animales. Todos dentro de fosos inmensos de donde no podían escapar, pero sin jaulas. Muchos animales. Muchas fotos. En realidad, sólo tengo fotos de animales de esa visita. Esta vez quedé de devolverme solo. Terminé la visita y salí del recinto, que estaba lejos de la ciudad. Nunca he rehuído el ejercicio, así que decidí irme caminando a algún lado donde pudiera tomar un bus a la casa. La autopista (Highway) pasaba a unos cien metros. Partí para allá. Me puse a caminar en dirección a Downtown (tan desubicado no estaba). Bocinazos a granel. Sigo caminando. Más bocinazos. Leo un cartel. No se permite peatones en el Highway. Me devuelvo al zoológico. Está por salir un bus. Me subo. No pregunté hacia dónde iba. Averiguo al rato. Al Downtown. Me bajo cuando llegamos. Ya son las 5 o 6 PM. En un rato más oscurece. Ya conocía la zona, y sabía que, para mi sorpresa, los buses pasan a la hora que dicen que van a pasar (hay carteles en cada paradero con los horarios y el destino de cada bus que pasa por ahí, a la hora indicada, lo cual es chocante para uno, porque llega, para, suben los pasajeros y se va, no espera a nadie, no para entre paraderos). Llego al paradero. El bus ya pasó. El siguiente en media hora. Decido caminar un rato. Los prejuicios son fuertes. Ahí se me quitaron un poco. Veo que hacia mí se dirigen 4 afroamericanos, todos  más grandes que yo. Dudo. Continúo caminando. No pasó nada. Eran peatones. Incluso me saludaron. Vuelvo al paradero. Falta mucho para el bus, pero hay uno que tiene como destino un lugar cercano a mi casa. Lo tomo. El viaje debiera durar entre 30 y 40 minutos.

Una hora después, el bus para. No baja nadie. El chofer dice algo. Se baja con un cambuchito. Se sienta en un banco. Saca un sándwich y una bebida. Le tocaba colación a esa hora. 10 minutos después, seguimos. Media hora después, veo que queda poca gente en el bus. Llegamos a un terminal. Se bajan todos. Pregunto. Me dicen que estamos en destino final, Long Beach (no el de Reñaca, por supuesto). Que estoy a varios kilómetros en una dirección que me indican, de mi destino final real, Torrance. Y que no hay buses a esa hora para allá. Decido caminar.

Y caminar. Y caminar. Finalmente llego a casa. Son cerca de las 10 u 11 de la noche. Mi tío no está. Me está buscando en Downtown. Mi tía preocupada. Llega mi tío. Me llama la atención (en realidad me putea). Que por qué no llamé por teléfono. Que había ido varias veces a L.A. a buscarme, desde hace como 4 horas, pensando que estaba perdido.

Tercer paseo, Disneylandia. Me van a dejar. Lo único que me acuerdo con certeza es haber tenido la brillante idea(es sarcástico) de subirme a la maldita montaña rusa. Quedé mareado por el resto del día. Y afónico. Me van a buscar, después de estar con Mickey Mouse, tribilín, el barco pirata y muchos otros personajes. No hay fotos.

Mi prima, hija de Hugo,  estaba casada con un cubano nacido en Miami, cuyo padre era cubano de Cuba. Tony se llamaba. Había varios personajes que los frecuentaban. Uno de ellos, sin motivo aparente, sólo por ser yo primo de mi prima, según él, me invitó un día a comer. A un restaurante chino. Muy buena comida. Muy simpático, pero un poco elegante para mi gusto(el restaurante y el que me invitó). Había uno o dos comensales más. Después no supe más de él. Le pregunté a mi prima hace un tiempo acerca de ese personaje, y confirmé mis sospechas (que habían ido surgiendo con el paso de los años, cuando me acordaba de esa situación).

Mi tío, junto con el marido de mi abuela, compró un supermercado tipo Líder Vecino en un pueblo no tan cercano, donde mayoritariamente vivían(y aún deben vivir) latinos. Por lo tanto, había que vender tortillas mexicanas, aliños, carne, verduras, bebidas, principalmente. Tuvimos que partir de cero. Todos los días nos levantábamos tipo 4 A.M. para hacer las compras y tener el mercado abierto a las 8-8.30. Fue un buen ejercicio. Nunca me había levantado tan temprano en mi vida, pero tampoco nunca me incomodó hacerlo.

Cerca de ese negocio había algunas tiendas, una de ellas de vinilos(los CD aún no aparecían). Ahí compré regalo para algunos amigos. Vinilos. Para Pablo  Luco(QEPD) creo que uno de Elton John. Yo me traje un para para mí.

Estuve un par de días también donde mi  otro tío, que también tenía un negocio parecido. Luego volví donde Hugo.

En las noches llenábamos unos cilindros de cartulina con monedas de 1, 5, 10 y 25 centavos de dólar, para llevarlos al banco a depósito. Esos cilindros los vendían para ese efecto. Es lo que hago acá con las monedas para ordenarlas.

En esa época las monedas de peso chilena eran casi exactas a las de 25 centavos de dólar. Pesaban lo mismo, eran del mismo color y del mismo tamaño. Las máquinas de bebidas, cigarros y golosinas funcionaban con monedas de 25 centavos.

Los sábados en la mañana temprano, salía a trotar por el barrio. Media hora, una hora. Me impresionó mucho ver que familias enteras a esa hora estaban haciendo actividades como hacer deporte fuera de su casa, salir en auto a realizar quizás qué actividades, gente jugando en los parque, trotando, caminando. Además de las ventas de garage. La gente vendía en la puerta del garaje lo que les sobraba, usualmente a un dólar(me compré un bolso de cuero negro que usé durante muchos años, y que en algún cambio de casa, desapareció, así como también un bolso gigante de lona, que también desapareció).

Acá en Chile también he comprado algunas cosas en ventas de garage, pero hace poco tiempo, en esa época acá eso no se conocía.

Mi tío murió hace unos años. Vino a Chile un par de veces y se quedó en mi casa unos días. Cuando supe que estaba enfermo y en sus días finales, quise ir a verlo. Tenía visa a USA vigente (esto fue hace unos 10 años). Estaba por sacar el pasaje, y se me ocurrió mirar el pasaporte. Efectivamente la visa estaba vigente, pero el pasaporte no. Saqué pasaporte nuevo. Había preguntado y me dijeron que si llevaba ambos la visa era válida. Pero al mirar el pasaporte antiguo(con el nuevo ya en mis manos) me percaté que la visa estaba casi totalmente despegada. Al preguntar, me dijeron que había dos posibilidades. Que llegando a USA, el oficial de inmigración lo dejara pasar y podría entrar, o que considerara que estaba tratando de adulterar la visa y podía tener problemas. Me quedé en Chile. Sólo lo llamé.

Luego de eso fui varias veces más a USA. La segunda vez, a Miami, a comprar unas agendas electrónicas que luego vendí a una de las primeras AFP que hubo, Bansander. En las agendas cargaban un programita desarrollado por ellos en que se podía calcular la pensión que recibiría una persona, dependiendo del sueldo, la edad, la edad de jubilación, etc. Ya sabemos que eso no era real. A mí me tocó grabar el programilla(que no había hecho yo) en las agendas. Se grababa(en esa época) desde una cinta de cassette. El método era lentísimo, porque la grabación se demoraba muchos minutos. Así que se me ocurrió conectar (usando cables de audio normales) la cassettera a muchas agendas, usando un cable conectado a otro con doble salida y cada salida conectado a uno igual, y así hasta completar 8 o 16 salidas. Así, en el mismo tiempo que antes grababa una agenda, ahora grababa 8 o 16. Pero el problema era que en Chile ya no había agendas(no eran tan comunes aún), así que partí a comprarlas a Miami, desde donde traje varias decenas. Eran Casio, Aún creo que anda dando vueltas una por mi casa. Y funciona. Recorrí todo el centro de Miami buscando las dichosas agendas, comprando de una o dos en diferentes lugares hasta que ya no encontré más. Además, debía volver. Sólo estuve 3 ó 4 días. En el avión de vuelta, me tocó sentado al lado de un abuelo que venía con su nieto. Ambos USA citizen. Sólo hablaban inglés. En un momento, la azafata ofreció bebida. Le pedí que  me sirviera. Era una botella gigante para la época, retornable de 2 litros al menos. No se podía ni mover la tapa, probablemente la presión impedía hacerlo. Me ofrecí (para variar) a hacerlo. No pude. El vecino del asiento del lado me ofreció una cortapluma (en esa época se podía viajar con lo que uno quisiera a bordo, salvo armas de fuego probablemente). Inocentemente hice uso del cortaplumas. Intenté por  un lado. Intenté por el otro. Finalmente decidí ser más enérgico y aplique fuerza. Pasó lo que tenía que pasar. La punta del cuchillo, en lugar de hundirse en la tapa, se hundió justo en la carne que hay entre el pulgar y el índice de la mano izquierda. Profundamente. Muy profundamente. Al principio solo sangró. Mucho. Y cuando digo mucho es mucho. La azafata me miraba con cara de espanto. Le pedí algo para limpiar la herida. Sólo tenía servilletas. Las usé. Luego le pedí alcohol, yodo, lo que fuera. No había. Un parche curita. Nones. Finalmente, decenas de servilletas absolutamente ensangrentadas después,  encontró unas tiritas que se usan para cerrar heridas. Las coloqué en la herida, presionando con…..una servilleta. Paró el sangrado. Antes le había pedido sal para echarme en la herida. Eso sí que tenían. Se me olvida mencionar que viajé en Lan Chile(no Latam). Muchas horas después, ya no sangraba, pero dolía. Y mucho. No tenían nada para el dolor. Llegamos a Santiago. Salimos del avión y pasamos a Policía. Sin problemas. Como estaba herido pasé rápido. Luego aduana. Me tocó revisión. Mostré mi herida. Dije que necesitaba ir al hospital o algún lugar donde me curara. Pasé. Las agendas pasaron piola. Aún tengo la cicatriz.

La tercera vez fui a L.A. de nuevo a buscar a mi abuela, con la casi pérdida del vuelo de vuelta. Ya lo contaré. La cuarta vez a Boston a una feria de computación, donde me alojé en Cape Cod, donde vive la reportera del crimen(se supone). La quinta a San Francisco a un curso de Ckeckpoint a Netscape(donde no me dieron ni la hora), lumbago incluido.

La sexta a Miami. A una feria de computación. Esa es otra historia, un poco terrorífica.