Ahí estaba ella. Me miraba con esos ojos extraños. Recordé la primera vez que la vi. La impresión que me causó. Creo que primero fue sorpresa y después miedo. Sorpresa, porque nunca había visto algo así, una mirada tan fría, tan desprovista de humanidad, tan, como decirlo, tan poco humana. Era como si me mirara a través de varios ojos. Me sorprendió absolutamente. Debo haber sido aún un niño, es decir, hace varias décadas atrás, en la época en que aún pasaba por las casas el lechero en carreta, voceando la leche, que entregaba en botellas de vidrio de un litro, que hoy son muy apetecidas por coleccionistas. Esa leche que era absolutamente des-descremada, o sea, tenía una cantidad de grasa tremenda. Esa leche que cuando se calentaba y luego se enfriaba, formaba nata en la superficie. Esa leche que en el campo se colocaba en tinas, y cuando aparecía la nata, con ella se hacía desde mantequilla hasta queso. Esa leche que ya no existe casi. Que en algún momento fue reemplazada por la leche en polvo, en parte, con sabor en otra parte y que además se comenzó a vender en cajas. Durante un tiempo, aún se siguió vendiendo en botellas, luego las botellas desaparecieron.
En esa época también pasaba, en carreta, el panadero casa por casa, entregando pan calientito. Pan francés, o batido, o marraqueta, de todas esas formas se ha llamado. También entregaba hallullas. Calientitas. Recuerdo que, cuando ya era un poco mayor, salía del colegio, que quedaba a unas cuadras de casa, aprovechando algún recreo, y, dado que el pan recién había llegado, me comía una hallulla con mantequilla, de campo. Luego volvía al colegio. Ese pan que en la carreta se transportaba en canastas de mimbre, y que el carretero-panadero voceaba por las calles. Todos compraban. Seguramente se daba varias vueltas durante la mañana.
Además en esa época pasaba (aún pasa por algunos barrios, muy de vez en cuando), el escobero, ofreciendo escobas hechas por él, según lo que me contó alguna vez. Como en la canción de Los Chalchaleros, cuando hablan del que hace escobas. Los mismos Chalchaleros, que no recuerdo en qué año, vi en la Quinta Vergara, en el Festival Folklórico. Y cuyas canciones, aún hoy, recuerdo. Angélica, cuando te nombro, me viene a la memoria. Paisajes de Catamarca, Zamba de mi esperanza, Sapo de la noche, La López Pereira, y tantas más. Claro que también me gustaban los Fronterizos, Los Olimareños, Los Tucu Tucu, con sus Tristezas del por qué, recién por esa época (la de Los Chalcaleros) conocí las canciones de Mercedes Sosa, de quien acabo de conseguir un libro, por si alguien se interesa. Mercedes Sosa, de quien los argentinos creían que era autora de las canciones de Violeta Parra que interpreta en un disco homenaje de hace varias décadas atrás. Conversando con algunos argentinos, alguna vez, no podían creer que no las hubiera compuesto la Negra, como le decían cariñosamente en nuestro país vecino. La verdad es que, si no estoy mal informado, Mercedes Sosa no compuso canción alguna, aunque era una fenomenal intérprete. Hay un documental muy bueno en Netflix (al menos había, lo vi hace unos años ya). Para qué hablar de Víctor Heredia. Hay una anécdota al respecto. En la universidad en que estudié, uno de mis compañeros de carrera (no de curso), tocaba la guitarra y cantaba, y alguna vez interpretó una canción llamada El viejo Matías, y dijo que la había compuesto inspirándose en un mendigo que él conoció. En esa época no se ocnocía a Víctor Heredia(que desde luego es el autor de dicha canción) así que todos le creímos. Tiempo después escuché la canción en voz de Heredia. Plop.
Otros de los argentinos que conocí en esa época. Atahualpa Yupanqui (que según nuestro Gitano Rodríguez era el padre de la canción latinoamericana, y la madre era Violeta Parra, aún cuando nunca se habían conocido). Y Daniel Viglietti ( que aparte de todas las canciones que tiene, tradujo 12 temas de Chico Buarque al español, que están en un LP llamado Chico Buarque een español, y donde están, entre otros, los temas Geni y el zepelín, Construcción, AguaLuna y muchos otros temas que a mí me encantan; tengo ese LP). Horacio Guaraní, César Isella, León Gieco, Chabuca Granda, Nacha Guevara, Amparo Ochoa y tantos otros que conocí por esa época.
Por la calles de nuestras ciudades también circulaban los afiladores de cuchillos, los camaroneros (con su típico grito Camarooooones), los ropavejeros, los organilleros(a uno de los cuales una amiga muy querida contrató para que la despertaran para uno de sus cumpleaños, y a quien después no podía sacarse de encima, porque iba todos los fines de semana a tocarle fuera de su casa) y tantos otros. Alguna vez, para el aniversario del Colegio de Bibliotecarios, en Santiago, se celebró en el aula de alguna de las tantas sedes de la Universidad Andrés Bello en calle República, un acto en el cual el número principal, aparte de algunas premiaciones, era la performance de un personaje que imitaba a todos los personajes típicos chilenos de décadas atrás, con sus voceos. Extraordinario. Me transportó a mi infancia.
Y miedo, porque como no había visto nunca algo así, no sabía que esperar, y usualmente ante lo desconocido el ser humano siente miedo. Además, luego me enteré que realmente había que tenerle miedo, al menos a veces, dependiendo. Ese fue mi primer encuentro con una araña. Aracnofobia se llama cuando se le tiene fobia a las arañas. Como me cuesta distinguir a qué tipo de araña pertenecen, le tengo no sé si miedo, pero al menos respeto, a todas. Salvo a las más pequeñitas. He visto personas que tienen de mascota a una o más arañas pollito, que toman y trasladan a las arañas tigre, que incluso no temen a las de rincón. Pero que le vamos a hacer. Me dan respeto. O miedo. Aunque igual, cuando ordeno (por decir algo) y aparece alguna, no salgo corriendo. Retrocedo un poco. Luego tomo mi spray y aplico. O sencillamente la aplasto. Mejor no correr riesgos. He visto a tres o cuatro personas con picaduras de araña de rincón. No es muy motivante. Y es peligroso. Muy peligroso. Lo que sí sé, es que en general las arañas, las de rincón, suelen escapar si uno mueve lo que las rodea. No suelen atacar salvo que uno ponga la mano, o la parte del cuerpo que sea, casi sobre ellas. Pienso que pasaría si se organizaran y nos atacaran. Claro que eso a alguien ya se le ocurrió hace tiempo. Hay varias películas sobre ello. Aracnofobia entre otras. Malas pero existen. Las películas. Y también está Ella-la-araña. Del Señor de los Anillos. No sé qué tomo. Que habitaba en una cueva y los viajantes tenían que pasar por la cueva. Espeluznante.