Italia participó en la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1940. Al principio, al mando de Mussolini, fueron aliados de loa alemanes, al mando de Hitler. La idea de Italia era anexar nuevos territorios a su país, incluso anhelando, en algún momento, según dicen alunos historiadores, emular el antiguo Imperio Romano. Nada de eso resultó, a pesar que en algún momento logró anexionar, con fuertes pérdidas humanas, algunos territorios. Lo cierto es que en el verano 1943, Mussolini es derrocado y toma el mando del país el rey Víctor Emmanuel III, quien firma un armisticio con los aliados y se alinean con ellos. En el intertanto, Alemania conquista gran parte de Italia. Ahí se crea una república títere presidida por Mussolini. Eso significó que entre 1943 y 1945, hubo tropas italianas luchando en ambos bandos, llegándose a una virtual guerra civil dentro de la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que a partir del fin de la guerra, la situación económica en Italia era desesperante. No había comida, estaba todo destruido, y muchos decidieron emigrar.
Ya anteriormente muchos habían emigrado a distintos países, dentro de ellos Argentina y Chile.
En 1907 llega a Chile el joven inmigrante genovés Federico Costa. Siendo aún adolescente, comienza a trabajar en una modesta fábrica de caramelos ubicada en el barrio El Almendral. En esa época, Valparaíso recién se venía recuperando del terremoto de un par de años antes. Después de unos años, el joven Costa se asocia con los antiguos dueños de la pequeña fábrica, y tras algunos percances, comienzan a elaborar chocolates.
Cuento esa historia, porque tuvo especial importancia en la existencia actual de una de las tradiciones, desde hace muchos años, de Valparaíso (y luego de Viña del Mar), cual es pasar a servirse un sándwich en el famoso Bogarín, cuyo local principal está al costado de la Plaza Victoria.
Como decía, después de la Segunda Guerra Mundial, Italia estaba en la ruina. Y la fábrica Costa enviaba cajas con chocolates y otras golosinas a sus parientes en Italia. Esto hizo que uno de dichos parientes, en esa época de corta edad, enviara una carta a su primo(en esa época todo se hacía por carta, no existía Internet, el teléfono era caro, prohibitivo, lo mismo los telegramas), preguntando si podía viajara a Chile a trabajar. Después de una positiva respuesta, viajó a Valparaíso. Ese joven se llamaba Giovanni Costa.
En 1939, nace la Fuente de Soda Bogarín, bajo la idea de vender sólo comida saludable, es decir, jugo de frutas y sándwich de miga con rellenos especiales. La Fuente de Soda originalmente fue propiedad de la familia Queirolo, y ahí llegó a trabajar el joven Giovanni, donde conoció a la que posteriormente fue su mujer, que trabajaba en el local como cajera y que era hija de los dueños. Posteriormente se hizo cargo de la empresa, que hoy tiene varias sucursales, bajo el mando de sus hijos y nietos.
Todo a causa de Mussolini y la Segunda Guerra Mundial. Si Italia no hubiera estado en la quiebra, quizás eso nunca hubiera pasado. Si anteriormente Federico Costa no hubiera emigrado a Valparaíso, no tendríamos los sabrosos sandwichs del Bogarín. Todo está enlazado, aunque no lo sepamos.
Los porteños, sobre todo en los cerros, han podido degustar desde hace décadas, de los helados York. Hoy esa fábrica en propiedad de Bernabé Galindo, en calle Levarte 779, en Playa Ancha, Valparaíso.
Pero en realidad esa fábrica fue creada en 1974, por Hugo Bensa Hardy, mi tío, ya fallecido. Mi tío, durante su vida hizo muchos negocios, buenos y malos, pero generalmente dentro de todos ellos estaban involucrados los helados. En 1984 Hugo le vende la fábrica a su amigo Bernabé, que por lo que entiendo, trabajaba en la fábrica. Mi tío se fue a vivir a USA antes que eso, y ahí se dedicó también a la venta (no a la fabricación) de helados. Compró primero un camioncito frigorífico y comenzó a vender helados a sus vecinos del barrio en que vivía, en la ciudad de Los Angeles, en California. Luego compró más camiones (llegó a tener cuatro o cinco, según recuerdo). Con ellos daba trabajo a cuanto chileno llegaba a pedírselo. Muchos de ellos los estafaron, no le pagaban lo que correspondía, pero él seguía ayudando a quien se lo pidiera.
Por lo tanto los Helados York también son producto de la inmigración, porque mi bisabuelo, Pablo Bensa Acquarone, llegó a Chile a finales del siglo 19 (1872). Era marino italiano (no sé si mercante o de guerra), y sencillamente se quedó acá, donde se casó con mi bisabuela, Luisa Canessa. De ese matrimonio, 15 años después, nació Pablo Bensa Canessa, quien se casó con mi abuela, Marina. De ese matrimonio nacieron mis dos tíos (ambos fallecidos) y mi madre.
Finalmente, casi todos nuestros conocidos, de una u otra manera, son (somos) descendientes de inmigrantes, llegados en alguna fechas desde el siglo 19 en adelante. Y todos llegaron porque en su lugar de origen estaban mal o en peligro. Y fueron acogidos en Chile. Y ahora siguen llegando, y muchos de los que son(somos) descendientes de esos inmigrantes, ya no acogen tan bien a los inmigrantes. Se nos olvida la historia. Nuestros ancestros necesitaron una vida para surgir y establecer (o no) una cierta estabilidad económica. Démosle ese tiempo al menos a los que están llegando.